El valle de Liébana
Situado en la parte más occidental de Cantabria y rodeado por la muralla de piedra caliza que forma el Macizo de Ándara se encuentra nuestro valle de Liébana, que a su vez se divide en otros cinco valles, Castro-Cillorigo, Camaleño, Cabezón de Liébana, Pesagüero y Vega de Liébana.
Gracias al microclima reinante podemos disfrutar de una gran variedad de flora y de cultivos. Desde prados de frutales o viñas, hasta que, ganado altitud, nos encontramos con bosques de encinas, alcornoques (o "sufras" como los denominan los lebaniegos, posteriormente azufras, con lo cual aquí siempre hablaremos de "azufrales" para referirnos a bosques de alcornoques), y con húmedos hayedos que muestran sus preciosos colores al llegar el otoño.
Por supuesto en estos bosques también nos encontraremos, si estamos muy atentos y calladitos, gran variedad de animales, gatos monteses, rebecos, corzos, osos o los temidos lobos. Si miramos al cielo podremos ver gran cantidad y variedad de aves, águila culebrera, chovas, alimoches e incluso quebrantahuesos que han vuelto a anidar en nuestros picos después de haber quedado extinguidos en la zona.
Sin duda una de las atracciones más sobrecogedoras de este valle son los Picos de Europa, el techo de nuestro macizo sería La Morra de Lechugales con sus 2.444 metros de altitud. No obstante hay muchos paseos y rutas que nos permitirán disfrutar de ellos sin necesidad de ser grandes alpinistas ni escaladores. Uno de ellos podría ser una visita a las praderías de Áliva en cuyas inmediaciones podremos ver además de la ermita de la Virgen de la Salud, las antiguas minas de Ándara (ya en desuso) de dónde años atrás se extraía fundamentalmente "blenda acaramelada" utilizada para galvanizar el hierro e impedir su oxidación. Este es uno de los yacimientos más importantes del mundo por tener mineral de gran calidad, con gran variedad de colores y muy puro.
Si no nos gusta tanto pasear en plena naturaleza podemos elegir un plan alternativo, por ejemplo visitar alguna de nuestras bonitas iglesias y ermitas dispersas por todo el valle. Cabe destacar el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, de paso casi obligado para cualquier visitante, así como la iglesia de Santa María de Piasca o la Iglesia de Lebeña (ver apartado iglesias que visitar).
Como no podía ser de otro modo, después del paseo hay que reponerse con una buena comida. Nuestro plato por excelencia es el cocido lebaniego compuesto por sopa de cocido como primer plato seguida de garbanzos acompañados con chorizo, berza, costilla, morcilla, tocino y riquisimo relleno. De postre nos podemos tomar un canónigo, postre típico de la comarca y un té del puerto con unas "gotucas" de orujo de Liébana para ayudar a hacer la digestión.
Después de todo esto no me digan que no les apetece venir a visitarnos...anímense, estaremos encantados de recibirles y atenderles.